Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con deslumbrante maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas magistrales en la https://carlyicgg702628.theblogfairy.com/37491242/una-mirada-al-gesto-que-cambió-la-final-del-mundial